Hay en su rostro algo que la hace ser la más guapa de entre todas las mujeres, tal vez su encanto radica en la vida de sus ojos tristes, o quizá las demás mujeres en las esquinas han perdido el brillo después de muchas noches paradas esperando a un hombre que no desean.
No es como las demás, no se ofende si uno la observa desde el cristal del automóvil, no se burla, no grita y no te reta, sólo sonríe. Karla es una puta amable, y sabe perfectamente quien es su cliente y quién no.
Ella no quiere que la saquen de la calle ni que la salven de los besos que da y recibe sin amor. Aprendió desde muy joven que su cuerpo era lo mejor que tenía y que debía ofrecerlo a los mejores postores, esto no es solamente un negocio para ella, es un acto de bondad y de placer.
La vida para ella es tan sencilla como verse en el espejo y sentirse contenta con el ser que vive en el reflejo, desayunar y ver desde su ventana como caminan las persona, crearles historias y mandar cada semana un cheque para una familia que sólo sabe recibir dinero y que no ofrece ni cartas en sus cumpleaños, ni cenas de navidad.
Tiene tantas historias como hombres en las camas de un hotel. No es amiga de lo convencional, ha hecho de sus clientes algunos de sus mejores amigos, y por algunos reporteros, escritores y artistas ha conocido de literatura, cine y música, muchas veces ha caído en el cliché de enamorarse de alguno, pero cuando eso sucede se aleja de inmediato.
Desde los nueve años entendió que el pené le estorbaba y que ella estaba atrapada en el cuerpo de un niño afeminado llamado Julio Ávila, por eso a los 24 años decidió cortar el problema de raíz.
A las 23:00 horas ella posa sus tacones blancos en Sullivan . Cubre sus senos de silicón con un sostén blanco y porta una ajustada minifalda del mismo color que le dice al mundo que tiene una vagina capaz de enloquecer a cualquier hombre.
Se ha pintado los labios de rojo, su cabellera castaña le llega hasta su cintura, y sus nalgas firmes y la delicada silueta de sus piernas le han valido en muchas ocasiones escuchar a algunas de sus colegas prostitutas decir “Tiene mejor cuerpo que muchas”.
Blanca y provocativa, ella no parece un hombre, ni la espalda ni sus manos la delatan. Ella es bonita, Karla es una extraña que sonríe en la oscuridad.
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