viernes, 26 de octubre de 2012
El Ciego
Jueves. Al parecer las uñas nunca me van a crecer. Miro como las personas ignoran al ciego que quiere cruzar Ermita. Un montón de hormigas se aglomera en el pesero que lleva a Zapata. Me siento muy cansada, aburrida, comienzo a tener conciencia de lo que significa ser muy joven como para enfrentarme a la autoridad, y ser demasiado grande como para volver a recostarme en el césped en la facultad. Las crisis están cambiando. El pantalón me queda muy justo, los muslos están engrosándose, por fin los pechos me están creciendo -a la par de los cachetes-. El ciego sigue ahí parado. "Mamacita", me grita un tipo desde una camioneta. Han pasado muchos años, han pasado muchos días y no entiendo porqué nadie se da cuenta de que el ciego sigue parado ahí. De nuevo está en verde. Cruzo hacia el ciego. Le pregunto la obviedad -"¿Necesita ayuda?". Acepta. Pasamos la avenida. Si tardas más de 15 minutos en escribir algo ya te jodiste.
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