lunes, 30 de mayo de 2011

Instrucciones para no enamorarse de un periodista

Comience por entender que su ego es del tamaño de las rotativas del periódico en  donde escribe, y a la larga esto le traerá sinsabores. Luego, identifíquelo por la sección en donde trabaja: si habla de deportes, es un hecho que prefiere ver un partido de futbol que hacerle el amor; si es de política, entienda que no llegará a dormir por lo menos  tres o dos veces por mes.
Deje de buscarlo en la sección donde publica. Olvídese de su trabajo, no alimente su vanagloria recordándole que ha escrito. Sepa de una buena vez que con ellos las discusiones son eternas y la neurosis  inimaginable. Comprenda que su preocupación real sólo radica en encontrar la inmortalidad a través de sus palabras. No lo amenace con dejarlo solo, pues para ellos es su estado natural: en las redacciones se encuentran los  hombres más solitarios del mundo.
Sus días de descanso son relativos, para ellos la información es su primer amante. No ceda ante la bohemia que prometen. No crea en sus palabras ni en sus visitas en la madrugada. No le compre la nota si no lee una buena historia. Cuando él se ofrezca a llevarla a cenar no se sienta  herida si la deja esperando, y no piense: “sé que debe estar por terminar su texto, seguro al cabrón del editor se le ocurrió algo más para el cierre”. No confunda esto con el amor y aprenda a ser egoísta como ellos.
El periodista se sabe interesante por naturaleza, y cree que el mundo gira alrededor de su opinión. Que no le extrañe oírlo decir: “mi trabajo hoy fue  el mejor,  vamos a mi casa por unos tragos para celebrar que me llevé la portada”. Tampoco que sus reuniones sean en cantinas, o que le cancele en el último momento por una entrevista. Ellos aman y odian el periódico donde trabajan, así que no lo tome en serio cuando llegue molesto del trabajo. Y lo más importante: aunque digan que ya están hartos del periodismo, su egolatría puede más que el cansancio.
Le costará entenderlo, pero si usted lee esto con resentimiento, seguramente este hombre ya se ha ganado su corazón, y probablemente este fin de semana se encontrarán para compartir un momento más. Aun y cuando lo niegue, el amor de un periodista es breve pero fulminante. Admítalo, aún el encanto de los periodistas nos sigue fascinando porque bienaventuradas  son las mujeres que aman a los periodistas,  porque de ellas es el reino de la paciencia.



 Mena Mejía. 

6 comentarios:

  1. Leí esto con resentimiento, aunque de periodista a periodista; a mí no me ha llegado aquel amor breve, pero fulminante. Supe amar y odiar al periodismo, todavía me creía interesante al presentarme como periodista, y la información y las palabras las creía mi fuerte, pero ahora sólo me queda el eGo, la soledad y la inevitable melancolía, aunque sigo haciendo el amor como juego futbol y desinteresado por la política, porque más vale fascinarse por las bienaventuradas periodistas que, seguir complicándose la vida con las piramides invertidas.

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  2. Uy está tan acertado que hasta da miedo jaja.

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  3. Vaya, al fin se me hizo leer este tan esperado texto. Me llega en el momento indicado. No podía haber sido ni antes ni después. ¡Muchísimas gracias Ximena!

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  4. Gracias a todos por sentir algo al leerlo.

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  5. El apego al objeto del deseo sigue buscando pretextos para justificar el egoísmo de las personas que la mayor parte del tiempo nos causan daño físico y emocional.
    Hay profesiones e hijos de "puta" ,cabrones inconscientes que se adjudican dones casi sobre humanos para manipular situaciones o personas enamoradas.

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